martes, 14 de enero de 2014

2014

El 2013 fue sin duda un año ocupado  para los estudios de paz. A nivel nacional, los diálogos de paz en La Habana entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC ha evidenciado las profundas divisiones en la sociedad colombiana respecto al tema. Cuando se les pregunta, todos los colombianos quieren la paz, pero cada uno tiene sus propias ideas de lo que debería ser la paz. Unos quieren que se acabe la violencia (paz negativa), pero no consideran analizar qué fue lo que llevó al conflicto, y cuáles son las causas que lo continúa alimentando. La violencia, de una u otra forma volverá a emerger. Otros, por el contrario, insisten en  responder a las causas del conflicto. Su objetivo es de más largo plazo y se enfoca responder a inequidades económicas y sociales mediante el diseño e implementación de políticas públicas pertinentes.

Las manifestaciones sociales campesinas y estudiantiles del  año pasado mostró que diversos grupos de la sociedad  no quieren quearse al margen de la toma de decisiones y buscan que su voz sea escuchada. El pulso entre los que quieren que todo siga igual, y los que quieren cambios profundos es cada vez más tensa. El 2014, es por lo tanto un año clave. Se definirán los demás puntos de la agenda de negociación con las FARC y las protestas,  manifestaciones sociales continuarán y el año electoral caldeará los debates. El reto es cómo aprovechar estos espacios y manifestaciones y que no se pierdan las propuestas.

La academia puede jugar un papel fundamental en este propósito. Durante el 2013 diferentes eventos académicos señalaron la necesidad de involucrar cada más a la academia en los debates en temas de paz, y especialmente en apoyar iniciativas regionales. Nuevas publicaciones como las investigaciones del Centro Nacional de Memoria Histórica y la Biblioteca de la Paz de la Fundación Cultura Democrática son ejemplos del creciente interés en el tema. Pero aún falta más. Es preciso más análisis crítico y propositivo. Especialmente, es importante que se exploren diferentes voces y perspectivas del conflicto, no las que se quieren escuchar. Definitivamente, el 2014 va a ser un año definitivo. Ojalá los colombianos lo vean así.



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