El pasado 27 de Agosto, el presidente Juan Manuel
Santos anunció el inicio de una nueva etapa en las discusiones de paz en
Colombia. Santos señaló que por más de un año el gobierno venía realizando
reuniones exploratorias con la guerrilla de la FARC para poner fin al conflicto
armado. Desde esa fecha, académicos, constructores de paz, políticos,
empresarios, periodistas y sindicalistas han presentado sus opiniones y
predicciones sobre el futuro proceso de paz.
La mayoría de las discusiones se han centrado en el
análisis de las anteriores mesas de negociación; otros, se han centrado en el
contenido de la agenda, el perfil de los negociadores y el rol de la comunidad
internacional; finalmente, otros se centran a analizar el contexto actual del
conflicto.
Varias cosas sorprenden de los análisis actuales.
Por un lado, la falta de información sobre el tema de paz y sus avances a nivel
conceptual y metodológico. Muchos de los debates en el país se han centrado en
lugares comunes, sin profundidad alguna, que en vez de informar o educar, confunden.
La falsa expectativa que la mesa de negociación va a resolver 60 años de
violencia sigue fija en el imaginario colectivo, ignorando que la construcción
de la paz es un proceso a largo plazo que involucra a diferentes actores y
espacios temporales. Se perpetua así, la idea que la búsqueda de la paz es solo
una labor de un limitado grupo de líderes y donde el ciudadano de a pie es
invisible, sin mayor participación y, en consecuencias, sin responsabilidad
alguna.
Adicionalmente, sorprende el silencio de las organizaciones
no gubernamentales, las plataformas de paz y la academia. Considerando el
momento histórico, se esperaría mayor liderazgo de ONGs y plataformas, sobre
todo respondiendo a su vasta experiencia en niveles de base. Sin embargo, no
han hechos propuestas creativas que permitan pensar lo local con visión
nacional, o lo nacional con visión local.
De la academia se esperaría que estuvieran al día en
los debates conceptuales y metodológicos. Debates álgidos como las críticas al
modelo de paz liberal que ha predominado en los últimos 20 años ni siquiera se
han planteado para el caso colombiano. Tristemente muy pocos analizan con rigor
académico la construcción de la paz. Vale la pena destacar los avances en
justicia transicional y el trabajo de Mauricio García del CINEP, de Pedro
Valenzuela de la Universidad Javeriana de Bogotá, de Angelika Rettberg e Iván
Orozco de la Universidad de Los Andes, de Esperanza Hernández de la Universidad
Autónoma de Bucaramanga y el trabajo del Centro de Memoria Histórica. A pesar
de sus contribuciones, son una minoría en la academia.
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