sábado, 20 de marzo de 2010


En días pasados salía de una oficina gubernamental y en el ascensor me encontré con un grupo de colombianos muy particular: dos señoras de mediana edad y un muchacho de más o menos 13 años. Mientras el ascensor iba bajando el muchacho comentó "está haciendo frío". La respuesta de la señora, que me imagino era la mamá, fue un "vaciadón" que se extendió durante todos los 24 pisos de viaje: "Ud es el único que siente frío en esa oficina, todo el mundo tiene calor". Salí rápidamente del ascensor pensando en que hacía rato no veía tal explosión de rabia y de odio simplemente por hacer un comentario, sobre todo un comentario sobre el clima.

Solo Dios sabe cómo será la historia de la relación entre el muchacho y la señora, pero ese breve encuentro me hizo reflexionar sobre la naturaleza de las relaciones y por su puesto transformación de conflictos. Transformación de conflictos se enfoca especialmente en las relaciones. Para que el conflicto se transforme es importante iniciar con los individuos.
¿Cómo ha afectado la violencia la forma como nos relacionamos los colombianos?; ¿es posible cambiar patrones negativos basados en la violencia a patrones constructivos basados en el respeto?. Pero quizás lo que más me preocupa es cómo es posible que después de tantos años de trabajo por la paz, tantos talleres, tantas investigaciones y tantos debates "veintejulieros" todavía vemos editoriales en el periódico el Tiempo que afirman que "somos una sociedad enferma que resuelve sus conflictos de la manera más primaria que conoce".

Si la transformación de conflictos le apuesta al cambio de las relaciones, cómo podemos cambiar hacia algo que no se conoce ni se practica, como el respeto a la diferencia y a la libre opinión?

En días pasados leí la última entrada del blog de la colombiana Laura García "la Señora fea Colombia" donde señala: "los colombianos tienden a hacer una defensa a ultranza del país recurriendo a la negación casi absoluta de la realidad. O algo peor: a maquillarla." Igualmente señala la alergia a la autocrítica y "la pereza de pensar", de analizar críticamente la realidad del país. Estoy de acuerdo con Laura. Es más me surgen más preguntas: si esto es así, cómo estamos repondiendo los constructores de paz a esta tendencia? o, tal vez, la estamos reproduciendo?. Tenemos tal grado de pereza mental que no se nos ocurren propuestas nuevas para responder a la creciente violencia cotidiana?

Si bien es cierto que en Colombia los análisis y analistas en temas de paz son abundantes, por qué no se ha logrado permear a la mayoría de los colombianos? por qué estos debates se limitan solo a una minoría? En una conferencia reciente diferentes "vacas sagradas" en construcción de paz en Colombia señalaban que en la actualidad el movimiento de paz en Colombia no tiene propuestas claras sobre una agenda de paz. Curiosamente tampoco explicaron por qué en su opinión esto estaba sucediendo, ni por donde se debería empezar para "proponer una agenda de paz"... El gremio de la paz es una muestra más de nuestro deporte nacional: criticamos, pero no proponer.

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